Monday, April 07, 2008

A medianoche (II)

Si había algo que le fascinara de las ciudades del sur era su olor. Esa mezcla entre humedad, calor, primavera y un último y mágico componente que jamás lograba descifrar. Cada vez que por una razón u otra terminaba cayendo por esa parte del país, se sorprendía a sí mismo husmeando el aire y tratando de empaparse, de absorberlo todo y conservarlo en un rinconcito de su mente donde poderlo encontrar cuando hiciese falta.

Y aquella noche no era distinto. Mientras daba un paso tras otro y, remolón, se dejaba acariciar por la agradable brisa, se dio cuenta de que una vez más estaba olfateando de manera inconsciente, inspirando fuertemente el aire de medianoche y dejándose llevar por el silencio.

Si algo había aprendido de la vida durante los últimos años era que ésta se guiaba a través de paradojas y de acertijos, que las certezas brillaban por su ausencia y que uno corría el peligro de malgastar los días perezosamente tratando de encontrar un sentido o un patrón común a aquel rompecabezas. Y si bien con anterioridad esa reflexión le había llevado invariablemente a deprimirse, en este caso no consiguió alterar su convicción en lo más mínimo. No aquella noche. Aquella noche, esos pensamientos le llevaron a lo contrario, a sentirse fuerte y capaz de desterrar dudas de cualquier tipo.

Sí, definitivamente aquella juguetona vida suya se servía de paradojas constantemente. Alguien acababa de despreciarle de una manera desconocida para él hasta entonces, se había visto en una situación que no creía posible, se había sentido amenazado e insultado. Y sin embargo, una vez dejó atrás la sorpresa inicial, en apenas minutos todo dio paso a la firme e inamovible convicción de que jamás había sido tan consciente de lo mucho que valía como persona. Convicción a la que, de nuevo por obra y gracia de un maldito misterio, jamás había sido capaz de llegar en circunstancias normales.

Se cruzó con un cuarteto de chicas que por su aspecto y conversación muy probablemente se dirigían a mover el esqueleto por algún garito cercano. Su mente se detuvo en cada detalle, en el taconeo impertinente, en las voces un tanto roncas y que tenían aquel acento por el que sentía tanto cariño, en la confusa nube de olores mezclados de colonia que le llegó a la punta de su nariz. Sí, se confirmó a sí mismo, definitivamente aquella no era la noche indicada para remordimientos, para culpabilidades o autocastigos de ningún tipo.

Y sí, se había equivocado. Pero últimamente comenzaba a entender que equivocarse era tan importante como acertar. Que hacer pleno siempre conduce a creerse imbatible y ajeno a error, que no hay nada más humano que meter la pata y echarse unas buenas risas a costa de ello. Y efectivamente antes de que pudiera evitarlo le nació una súbita carcajada que a pesar de morir pronto permaneció danzando en sus ojos. Por dios, qué condenadamente estúpido había sido. Qué cómica resultaba ahora su determinación en luchar por algo que estaba básicamente condenado a salir mal. Se había arrojado al vacío y estrellado contra el fondo con un fuerte “SPLAT”. Y al revivir ese último momento cada una de las veces terminaba riéndose. Como un chiste contado mil veces pero que no pierde su gracia.

Se frotó el ojo derecho, cuya persistente picazón llevaba molestándole ya unos minutos. Supuso que tendría un aspecto curioso con aquellos ojos rojos, resultado de haber llorado bastante aquel último día. Se encogió de hombros. Eso no importaba ahora.
Y sí, su vida muy probablemente consistiría en una serie de acertijos que nunca llegaría a resolver por completo. Era muy posible que gastara energías, tiempo y horas de sueño tratando de alcanzarlos, para terminar dándose cuenta de que sencillamente aquello escapaba a su control. Que la vida jugaría con él, que durante los años que le quedaban por vivir se vería azuzado por sus promesas y muy posiblemente decepcionado por varias de ellas. Que se pasaría años persiguiendo espejismos que no existían. Pero que, en realidad, eso le llevaría a estar constantemente en movimiento. Y finalmente, que en ese movimiento viajaría por muchos sitios y conocería muchas sonrisas distintas. Y como resultado de todo aquello, por vez primera desde que tuviera uso de razón, se sintió lisa y llanamente vivo.

Echó un vistazo a su alrededor, abrió sus sentidos al aire de medianoche, buscando a algún tipo de confirmación a las conclusiones a las que acababa de llegar. La recibió. Y sonrió ampliamente.

Y los olores de medianoche le acompañaron durante el resto de su viaje.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Hello. This post is likeable, and your blog is very interesting, congratulations :-). I will add in my blogroll =). If possible gives a last there on my blog, it is about the TV de Plasma, I hope you enjoy. The address is http://tv-de-plasma.blogspot.com. A hug.

3:03 AM  

Post a Comment

<< Home