Saturday, January 05, 2008

Nuestra era

El mismo día 31 amanecí bastante más tarde de lo esperado, unas tres horas más tarde de la alarma del móvil que al parecer no escuché. Con los ojos apenas abiertos me acerqué a trompicones hasta la cocina, ya vacía, donde me encontré con varias tazas ya usadas, un persistente olor a café y el periódico del día ya abierto y obviamente hojeado por alguien.

Apenas consciente de lo que estaba haciendo, mis ojos fueron deslizándose perezosamente por las palabras del primer titular y mi mente aún dormida fue hilvanando palabra tras palabra hasta que la información, lenta, se abrió paso y me terminó por llegar. Y entonces abrí muchísimo los ojos y me desperté como si me hubieran volcado un cubo lleno de agua fría por la cabeza.

La noticia hablaba de una manifestación que había tenido lugar el día anterior en la Pza. Colón de Madrid, donde obispos, correligionarios, organizaciones religiosas y/o sectas se habían reunido con la intención de reivindicar la familia “cristiana” y de criticar al Gobierno por su actuación. La noticia pasaba a describir las consignas utilizadas, citaba textualmente fragmentos de los discursos que se pronunciaron y terminaba con un análisis de las posibles consecuencias que tendría todo aquello. Todo ello acompañado de unas imágenes de la Pza. Colón hasta arriba de gente con cara de frío y de malas pulgas.

Me entró una repentina curiosidad por descifrar el significado de todo aquello, por meterme en la mente de un oyente de la COPE agitando el puño y coreando con agresividad la consigna de turno, intenté justificarlo todo aduciendo una infancia complicada o una educación equivocada, una edad ya excesiva para aceptar cambios de cualquier tipo. Pero ni con ésas. La empatía hacia esos manifestantes, por alguna razón, no me salía de ningún sitio. Se me habían quitado de repente las ganas de seguir aceptando o tolerando estas cosas.

Es que ya está bien. Empiezo a estar verdaderamente harto de todos vosotros. De vuestra concepción del mundo como un eje que gira en torno a vuestras ideas. De vuestro cielo y de vuestro infierno, de vuestro blanco y negro, vuestro o conmigo o contra mí, de vuestra maldita manía de pedir respeto para vuestras creencias para a continuación negar cualquier tipo de respeto a los que no piensan como vosotros, de vuestra visión infantil y simplista del ser humano en la que nos vemos reducidos a pecados y a un instrumento para conseguir vuestros fines.

Habéis tenido tiempo más que de sobra, habéis campado a vuestras anchas durante siglos, metiendo vuestras manos donde podíais y llenándoos los bolsillos a costa del resto, metiendo vuestras narices en la sexualidad ajena, lavando cerebros sin ningún disimulo y adoctrinando a todo el que se cruzara en vuestro camino. Habéis tenido más de un milenio para creer que sabéis lo que es conveniente para el pueblo mejor que el mismo pueblo, habéis impuesto vuestra mentalidad a todos, suprimido toda alternativa y hecho que toda la cultura pasara por vuestro filtro, vuestras manos están bastante manchadas de sangre y a diferencia de muchas otras instituciones, de vosotros no hemos oído perdón alguno, tenéis a vuestro nombre la quema de miles de libros y la tortura y muerte de personas que cayeron señaladas por vuestro fanatismo.

Abrid los malditos ojos. Las mujeres no quieren parecerse a la Virgen María, quieren vivir su vida. Tienen derecho de disfrutar de su sexualidad como el que más y es más, tienen muchas ganas de hacerlo. Tienen derecho a usar condón, a practicar relaciones sexuales no encaminadas estrictamente a la procreación y si la cosa sale mal, tienen todo el derecho del mundo a abortar, porque la decisión es suya. No podéis pretender que tenéis derecho a elegir por ellas. Los homosexuales no agachamos la cabeza en señal de humillación, no somos abominaciones pero tampoco precisamos de un arcoiris para que se sepa quiénes somos, no vamos a escondernos para no contrariar a vuestros ojos siempre preparados para ver pecados por todos lados, no vamos a dar explicaciones a nadie. No vamos a jugar el papel de abominación psicológicamente trastornada que nos habéis impuesto. Porque no lo somos. Porque la ciencia y la genética así lo han demostrado.

Y ante esta realidad tenéis dos opciones: bien aceptáis que esta vez sois vosotros los que tenéis que adaptaros a la sociedad y no al revés, bien seguís con vuestra estrategia hasta la fecha, que parece consistir en asumir esa posición ideológica similar a la de un anciano encaramado a su torre, ciego a lo que sucede a su alrededor y empeñado en hundirse antes que reconocer que está equivocado.

Y si seguís así, os vais a hundir. Porque seamos sinceros, vuestra clientela es bastante escasa. Y podéis blandir vuestras estadísticas de porcentajes de bautizados, pero sabéis tan bien como yo que en la práctica ni un décimo de esos bautizados va a misa a escuchar vuestros sermones. Vuestras masas sobrepasan, en su mayoría, los 60-70 años y es fácil predecir cuál será la situación en unos 20-30 años. Estaréis aún más solos, cada día más orgullosos, más alejados de la realidad, suspirando por ese “orden” que en realidad, sabéis que no volverá.

Porque hemos conquistado las calles. Porque llevamos siglos bajo vuestro yugo, siglos teniendo que aparentar que somos alguien que no somos. Y ahora que nos hemos recuperado a nosotros mismos y a nuestra dignidad, difícilmente vamos a aceptar que estéis al mando otra vez, que no ha pasado tanto tiempo. En resumen, esta es nuestra era.

Respetamos que creáis en ese Dios, respetamos que creáis en esa ideología de la salvación, porque a diferencia de vosotros, nosotros no imponemos que creáis en lo que nosotros creemos. Nosotros sólo os pedimos que nos respetéis y no justifiquéis mandarnos a la hoguera por un libro que nosotros no seguimos. Os pedimos que respetéis el libro porque el nos guiamos todos con independencia de en qué creemos, la constitución, os pedimos que no mezcléis política y fe. Que respetéis el derecho de cada uno a equivocarse y que dejéis de insultar nuestra inteligencia con esas apocalípticas imágenes en las que España parece que va derechita a la destrucción, que dejéis esos patéticos intentos de meternos miedo de mala manera, que no cuela, que ya no somos la multitud atemorizada y subyugada que señala al distinto, que dejéis de intentar recurrir a las emociones más bajas del ser humano para movilizar a la masa en contra de lo que os parece.

Os habéis equivocado de siglo. Y a diferencia de otras veces, si esta vez os empeñáis en manteneros al margen de la sociedad, ésta no os va a esperar.

La elección es vuestra.